domingo, 19 de enero de 2014

Mavericks 111-127 Trail Blazers

Los Mavericks de Calderón (5+2+3), que suman la friolera de 363 puntos en contra en los tres últimos partidos, perdieron 111-127 contra los Blazers de Víctor Claver y colmaron la paciencia de su entrenador, Rick Carlisle: "los tres primeros cuartos fueron más allá de lo vergonzoso, y voy a encontrar a los que quieran luchar y meterlos en el partido... tan siemple como eso".
José Manuel Calderón se quejaba antes del partido contra los Blazers que los Mavericks llegaron pasadas las 3 de la mañana al aeropuerto de Dallas Love, procedentes de Phoenix. Lo hicieron muy cansados, aunque aliviados porque la lesión de Calderón en la rodilla se quedó en un susto.
Por su parte, los Blazers, según Víctor Claver, llegaron a Dallas algo más descansados y sobre todo, no tan tarde, desde San Antonio, con una victoria de prestigio en el zurrón. Esa diferencia de horas, que puede parecer ridícula, se ve en los jugadores como una ventaja psicológica a la hora de jugar contra el rival. Así de ajustadas están las fuerzas entre los profesionales de la NBA.
Y vaya si se notó el cansancio en los Dallas. La mejor ovación de la noche se la llevó un tal Brent que, aprovechando que su imagen salía en el video marcador, se le declaró de rodillas a su novia Sharon ante 20.000 espectadores entusiasmados. Ella dijo sí. Los Mavericks no levantaron ni un “uy”.

Hechas estas consideraciones, Rick Carlisle y sus jugadores saben quiénes son los Blazers: el mejor equipo que ha visitado la casa baloncestística de Mark Cuban este año. Un equipo que tritura a sus rivales cuando juega en serio, que es casi siempre. Es un serio favorito al anillo. El propio Claver admitía que Stotts no le podía dar entrada en el equipo con el rendimiento que ofrecen sus compañeros. “Yo, seguramente, haría lo mismo”, decía el valenciano en un arranque de sinceridad.
Los Blazers son siempre un rival muy duro. Pero los Mavericks salieron tan cansados a la pista del American Airlines Center, que nunca tuvieron una opción de luchar por el partido. Son encuentros que los equipos casi descuentan como lógicas pérdidas. No se puede decir en alto, pero ocurre así. Como guerreros que se restañan las heridas después de duras batallas –la derrota contra Clippers fue una película de terror para los tejanos-, los jugadores pierden tensión y, lo que es peor, la fe en la victoria.Ese fue el pecado de Dallas. Nunca se creyó que le podría ganar a los Blazers.
Sin embargo, el partido empezó igualado con un 6-6 en el minuto 4. Por los Dallas, Nowitzki y Ellis mostraron con una solvencia que pronto les abandonó, sobre todo al segundo.
En el equipo visitante, Aldridge demostró que falla muy pocos tiros. Una de las claves del partido fue la buena defensa sobre el alemán Nowtizki, que sólo pudo anotar 18 puntos . Aldridge se mostró algo lento para parar al jugador franquicia de los Dallas, pero las excelentes ayudas de Lillard incomodaron mucho al jugador de Wurzburgo.
Poco le duró el buen baloncesto a Dallas. Una transición defensiva lenta, tremendo talón de Aquiles para los Mavs durante todo el partido, y una defensa pasota y hasta pasmada, provocó un roto absoluto en el marcador. La máquina ofensiva de Blazers es demoledora con el depósito lleno. A sumar: una inteligentísima dirección de Lillard, dos jugadores en uno –base y escolta tirador-, indefendible. Un Aldridge que ametralla desde cualquier distancia, una pesadilla. Un Batum que muestra intensidad, velocidad, inteligencia y está siempre donde debe y no se le espera, la sorpresa de siempre. Y un López que tiene hambre y barre rebotes sin piedad, un guerrero bajo el aro. Traducción: Los Dallas no se podía plantear seriamente luchar por el partido.
Vista la avalancha de juego que se le venía encima, Carlisle pidió tiempo muerto en cuanto los Blazers empezaron a jugar a placer. No valió de nada, sólo para que los jugadores bebieran mucho zumo vitaminado y reposaran su evidente falta de chispa, provocada por un calendario diabólico y las depresiones de otras derrotas regaladas.
Los Blazers, sin mostrar piedad alguna, continuaron a lo suyo. Lillard daba lecciones de cómo botar el balón con su izquierda diabólica. Aldridge se cansó de anotar sin oposición y Batum irrumpía en la zona local sin avisar, tirando bolos a su paso si hacía falta. El resultado era 8-14 a falta de 5 minutos.
Ellis, después de ser asistido por Calderón, paró algo la crisis con una buena canasta de dos, pero ésta fue rápidamente contestada por una gran canasta de Batum, previa asistencia de Lillard. Ojo a esta pareja de hecho, que juegan y se entienden como nadie.
Nowitzki, algo cansado y fallón en este primer cuarto, se resarció en la siguiente jugada con un giro y continuación a canasta tan limpio como plástico, merced a la cintura de yeso de Aldridge. Por fin, los Dallas se acercaron provisionalmente 17-14 a falta de 4 minutos, gracias a un triple de un Marion que lanza de tres como si fuese el campeón de petanca del Norte de Texas.
Pero de nuevo, la pésima transición defensiva de Mavs permitió un rápido contraataque de Batum, más Batman que otra cosa, porque aparece de la nada y convierte sus canastas mientras los defensores de Dallas buscan setas en la pista. 2 + 1, al recibir falta de Calderón. Los Blazers consiguieron la friolera de cuatro 2 + 1 en el primer cuarto. Inexplicable.
La primera canasta de Calderón llegó a 3:40 del final del primer cuarto, al conseguir un metro de distancia en uno de los escasos desajustes de los Blazers. Pero otra jugada de canasta más tiro adicional a favor de López –jugada que hizo mucho daño a los locales-, mantuvo en 6 la ventaja a favor de los visitantes. El partido seguía siempre el mismo patrón. A una tímida reacción local, le seguía un severo castigo visitante. Los Blazers castigaron a los Dallas sin compasión.
Por si fuera poco, Ellis sufrió una de sus desconexiones con la realidad y, siendo un jugador que sabe meter tiros libres mientras envía mensajes de texto con su teléfono, falló dos seguidos. En la siguiente jugada, Ellis falló otro tiro bastante asequible, demostrando que sus rachas negativas destrozan el ritmo del equipo.
Un tercer y aún más doloroso dos más uno conseguido por Aldridge con la colaboración de Marion. Acto seguido, el mismo Aldridge conseguía anotar con un reverso sobre un Marion que no se enteraba. Este estirón visitante llevó a los Blazers a irse 16-30 a falta de algo más de un minuto para terminarse el primer cuarto.
En ese último minuto, con Larking en la pista por Calderón, Nowitzki conseguía, por fin, su sexto punto con una canasta con un Aldridge muy encima de él.
Hacia el final del primer cuarto, los Blazers movían muy bien y muy rápido el balón para conseguir tiros abiertos sin oposición, con un Batum ya desatado (15 puntos en el primer cuarto). Con un claro 23-35, los Mavs agacharon las orejas y se sentaron un rato a la espera de una reacción en el segundo cuarto, a pesar de una buena canasta de Harris sobre la bocina. El color negro-enterrador de la camiseta de Portland dejaba helados a los fans locales en la cálida noche tejana.
El segundo cuarto comenzó con otro vendaval ofensivo por parte del equipo “B” de los Blazers. Con Matthews, Mccollum, Freeland, ex de Unicaja, Williams y Robinson, los Blazers aumentaron aún más su ventaja percutiendo sin piedad sobre el peor problema de los Mavs: sus piernas de mármol. Una inacabable serie de robos y contraataques-tsunami dejaron a los pupilos de Rick Carlisle como espectadores de un partido de tenis: sin palabras, observando. El resultado ya era 33-50 a falta de 7 minutos para el descanso.
Sólo Nowitzki, el único jugador de Dallas que demostró algo de raza y capacidad de cabreo, fue capaz de mantener la anotación en su equipo.
Al poco tiempo de iniciarse el segundo acto del partido, Calderón consiguió un bloqueo de Blair que por fin le libró de la implacable persecución de un Lillard que es una pesadilla defendiendo. Lillard acabó estrellado contra el suelo, y así Calderón consiguió una buena canasta.
Con su equipo estelar de nuevo en pista,(Lillard, Aldridge, Williams, Batum y López) y un Aldridge imparable, los Blazers siguieron con su juego de balón supersónico, tanto en pase como en penetraciones, llevando a los Blazers a mantener entre 13 y 11 puntos sobre los Mavericks.
Avanzado el segundo cuarto, los titulares de Portland se dedicaron a atomizar y desmontar toda la estructura defensiva de los Mavs, a quienes no les salía nada en ataque. Una auténtica lección de baloncesto rápido, inteligente y, lo que es peor para los rivales de Portland, que no se puede frenar. Aldridge hizo lo que quiso en la última fase del segundo cuarto con canastas en penetración o trios de media distancia, alcanzando los 17 puntos de anotación, los mismos que un gran Batum, en el tiempo de descanso, al que se llegó con un claro 52-71.
El tercer cuarto supuso el hundimiento definitivo de los Dallas Mavericks, que anotaron 18 puntos, frente a los 33 de los Blazers. Larkin no fue el gran jugador de la noche anterior en Phoenix y no dio una en ese tercer cuarto, aunque en el último, sin nada en juego, mejoró sus números. Y ni Carter, ni Nowitzki, ni Marion acertaron casi nada de lo que tiraron. Fue una debacle local.
Por parte de los Blazers, que mantuvieron su tono y concentración de forma encomiable, Aldridge (30 puntos, máximo anotador del partido) seguía capitalizando todo el ataque visitante, convirtiéndose en un jugador que hacía lo que quería encestando todo lo que tiraba. La buena actitud defensiva de los Blazers provocó una cantidad ingente de robos de balón, que combinados con el acierto en ataque, llevaron a los Blazers a ponerse con un desgarrador 66-100 a falta de dos minutos para terminar el tercer cuarto. Carlisle consumía tiempos muertos como si fuesen piruletas: de forma compulsiva y para nada. El tiempo muerto que pidió con su equipo perdiendo por 34 puntos tuvo que ser muy duro para los jugadores de Dallas, conociendo el carácter de Carlisle. Éste, harto de sus titulares, sacó a Larkin, Crowder, Ellington, Blair y Wright, un equipo tipo División Panzer, potente en lo físico, pero de muy baja maniobrabilidad, todo un mensaje al estilo “dispara ya y acabemos con esto”. 70-104 fue el resultado al final del tercer cuarto. Tregua a todos los titulares y a terminar el partido con la clase media.
En el último cuarto, los mismos suplentes de Mavs a quienes Carlisle dio su oportunidad en los últimos instantes del cuarto anterior, continuaron en la pista, al principio con cara de “qué hago yo aquí” y más adelante con intención de reducir el brutal déficit en el marcador. Terry Stotts, el coach de los Blazers, colocó a Wright, McCollum, Barton, Leonard y Robinson en pista. Fue una pachanga. Una especie de duelo de filiales.
En un primer momento, al comienzo del último cuarto, los Blazers de serie B continuaron ensanchando su ventaja al igual que habían hecho sus compañeros titulares. La lucha parecía estar en si los Blazers se irían a 40 puntos de diferencia a su favor. Estuvieron cerca, con un 74-111 en el minuto 4 del cuarto final.
Pero a partir de ese momento, hubo una suerte de partidillo de campamento de verano en que los Blazers de reposición o subrogados renunciaron a jugar al baloncesto y unos Mavs, de la mano de Blair, Ellington y Crowder recortaron la ventaja hasta llegar a situarse 14 puntos abajo. Buen maquillaje y nada más. A pesar de ello, a falta de 4 minutos, y al ver su ventaja reducida a 14 puntos, el entrenador de Blazers, Stotts, sufrió un ataque de pánico, y sacó a su armada (Lillard, Aldridge y Batum), en un triple cambio tan efectista como innecesario para asegurar una victoria final que nunca peligró.
Como síntoma de respeto a sus jugadores suplentes, que hicieron mucho mejor papel que los titulares (cuya valoración conjunta fue de -103), Carlisle no tocó su equipo en cancha y los Mavs acabaron perdiendo igualmente por un marcador algo más apañado, sin más: 111-127. El colchón sobre Memphis, el noveno equipo de la Conferencia Oeste, se sitúa en 4 partidos. Los Mavs demostraron que tienen que bregar en esta liga para asegurar los playoffs.

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